Caín llegó al lugar del encuentro, estaba frente a frente con su hermano gemelo: no obstante siempre habían sido totalmente distintos, no solo en su modo de pensar, sino en la manera de comportarse. Caín estaba serio y Abel reía con demasiada confianza
– Vaya, vaya- dijo Abel – llegué a pensar que no vendrías, pero también me puedo equivocar.
– Renuncia a tu ridículo proyecto- dijo Caín – es tu última advertencia.
– Mi ultima… ¡Ja!- corrió hacia Caín y le soltó un puñetazo en la cara que lo mando al suelo, una vez ahí, Abel se encimó en su hermano y comenzó a golpearlo, pero Caín lo catapultó usando sus dos pies, Abel cayó a medio metro de Caín, se levantó y en ese momento recibió puñetazos en el rostro, muy fuertes por cierto. Abel esculcó con rapidez en su bolsillo y encontró su pistola estiró su brazo y colocó el cañón justo en la frente de su hermano, quien se pudo mover con rapidez para evitar que la bala le hiciera un agujero. En ese momento, Caín metió las manos en los bolsillos internos de su gabardina y sacó sus dos pistolas, apunto a Abel y disparó, Abel sacó una segunda pistola de su saco y le hizo frente a Caín, cada quien disparó dos veces, las balas impactaron una contra la otra.
Abel corrió hacia Caín y al estar cerca de él dio un brincó con un giro mortal hacia adelante, estiró los brazos y cuando estuvo literalmente de cabeza en el aire disparó contra Caín, quien igual disparó, nuevamente las balas del uno chocaron contra las del otro.
Al caer al suelo, Abel se incorporó mientras giraba y apretaba el gatillo, pero su cargador era de seis balas, Caín hizo lo mismo, pero su cargador era de ocho balas, o sea que le quedaban dos en cada pistola, las cuales no dudó en disparar.
Los cuatro boquetes en el cuerpo de Abel lo hicieron que poco a poco se empezara morir, vomitó sangre y cayó al suelo,
– Nunca nos aceptarán, Caín- dijo Abel – entiéndelo.
– Tal vez… pero eso no te toca a ti decidirlo- contestó Caín.
– Eres débil, siempre lo has sido, esa es una cualidad que te envidio.
– No seas necio.
– Es bueno arrepentirse cuando te vas a morir, solo quería… una oportunidad ¿entiendes? Una oportunidad para ser… normal.
– Somos como somos
– Somos… Ángeles- después de decir eso, Abel murió. Caín lo cargó y lo lanzó al río, cuyas turbias aguas se encargarían de llevarlo lejos y de que jamás le encuentren.
Estefanía lloraba sentada en las piernas de Gabriel, quien estaba a un paso de ir del mundo de los vivos al de los muertos, la niña se tapó con las mantas que cubrían a Gabriel y no vio cuando sus padres pasaron, no reconocieron a Gabriel y siguieron de largo, pero Gabriel sí les reconoció y trató de ir tras ellos, intentó empujar la silla de ruedas pero solo la derribó y cayó al piso sin poder pronunciar palabra.
Un gentío se formó alrededor de Gabriel y de Estefanía que descansaba en sus brazos
– Alguien que llamé a una ambulancia
– ¡Miren! Hay una niña
– Que llamen también al orfanato para que la recoja.
Los padres de Estefanía iban llegando al hotel, cuando vieron que una ambulancia iba hacia la calle que hasta hace unos minutos ellos acababan de rebasar, por lo que fueron hacia allá nuevamente.
Se encontraron con la gran multitud, la cual les impidió pasar, vieron como los encargados del orfanato tomaban a Estefanía quien quería seguir abrazada a Gabriel. La señora la reconoció de inmediato y quiso pasar, pero la gente no se lo permitió, vio que la subían a un carro y éste arrancaba a toda velocidad, la señora corrió tras él gritando que se detuviera.
El auto se detuvo, la puerta de atrás se abrió y la niña bajó para correr hacia los brazos de su madre, quien la cargó y se aferró a ella con fuerza
– Mami, mami- lloró la niña – que bueno que aquí estás, tenía mucho miedo y Gabriel me trajo hasta aquí- se puso seria y espantada – Gabriel, hay que ir con Gabriel se va a morir si no lo ayudamos- juntas corrieron hasta donde estaba el grupo de gente, los paramédicos estaban revisando el cuerpo de Gabriel en el suelo y uno de ellos dijo
– Lástima, no lo logró- Gabriel yacía en el piso, con una mirada alegre y una sonrisa de satisfacción en los labios, el paramédico le cerró los parpados, lo tapó con una manta y con la ayuda de su compañero lo llevaron a la morgue
– Mamá…- dijo la niña – Gabriel está…
– Pues… está en un lugar mejor- dijo la madre llena de pena
– No… no es cierto, no puede ser cierto- la niña estalló en un doloroso llanto, que desgarró los corazones de los presentes
– Oye niña- dijo uno de los paramédicos – creemos que esto te pertenece, él lo traía en su chamarra- era una muñeca de trapo artesanal.
– ¡Miren! Hay una niña
– Que llamen también al orfanato para que la recoja.
Los padres de Estefanía iban llegando al hotel, cuando vieron que una ambulancia iba hacia la calle que hasta hace unos minutos ellos acababan de rebasar, por lo que fueron hacia allá nuevamente.
Se encontraron con la gran multitud, la cual les impidió pasar, vieron como los encargados del orfanato tomaban a Estefanía quien quería seguir abrazada a Gabriel. La señora la reconoció de inmediato y quiso pasar, pero la gente no se lo permitió, vio que la subían a un carro y éste arrancaba a toda velocidad, la señora corrió tras él gritando que se detuviera.
El auto se detuvo, la puerta de atrás se abrió y la niña bajó para correr hacia los brazos de su madre, quien la cargó y se aferró a ella con fuerza
– Mami, mami- lloró la niña – que bueno que aquí estás, tenía mucho miedo y Gabriel me trajo hasta aquí- se puso seria y espantada – Gabriel, hay que ir con Gabriel se va a morir si no lo ayudamos- juntas corrieron hasta donde estaba el grupo de gente, los paramédicos estaban revisando el cuerpo de Gabriel en el suelo y uno de ellos dijo
– Lástima, no lo logró- Gabriel yacía en el piso, con una mirada alegre y una sonrisa de satisfacción en los labios, el paramédico le cerró los parpados, lo tapó con una manta y con la ayuda de su compañero lo llevaron a la morgue
– Mamá…- dijo la niña – Gabriel está…
– Pues… está en un lugar mejor- dijo la madre llena de pena
– No… no es cierto, no puede ser cierto- la niña estalló en un doloroso llanto, que desgarró los corazones de los presentes
– Oye niña- dijo uno de los paramédicos – creemos que esto te pertenece, él lo traía en su chamarra- era una muñeca de trapo artesanal.
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