y, cual si fuera mía, bien resguardo
alejada, protegida del recuerdo,
escondida entre los valores de mi cuarto.
La tomé con un permiso no pedido
a la par que fabricaban mis caricias
surcos en tu pétalo encendido;
la tomé sin ser ladrón ni asesino.
Hoy es mi tristeza su recuerdo
que vaga cual fantasma por mis libros,
entre los valores de mi cuarto escondido;
tomada con un permiso no pedido,
esa prenda tuya que aún conservo.