lunes, 10 de agosto de 2020

El Llanto del Palomo (Cuento)

 Inspirado en la canción "Cucurrucucú Paloma" de Tomás Méndez
 
Es lo que dicen, mi amigo, y yo se lo digo también, no dormía ni por un ratito; toda la noche se veía prendida la vela de su habitación ¿Que cómo sé yo que sí? Pues porque su casa es esa que da directamente a la avenida principal de entrada a la plaza y su ventana es aquella, esa que da merito a la calle también y toda la noche se encontraba prendida. 
    Sí, mi amigo, yo veía esa vela prendida toda la noche, siempre pasó a dar mi rondín, hora con hora, ida y vuelta y la luz nomás prendida, obviamente la tenía que cambiar a cada rato, por eso se compró un foco ¿Que haciendo qué? pues no me consta ¿Verda'? pero yo digo que nomás se le iba la noche todita en puro llorar. Como es la única luz que daba a la calle y la de la farola quedaba en esquina, pues abajito de la luz de la ventana del caballero soplaba yo mi silbato para gritar que todo estaba sereno, nomás de ida, ya de vuelta sólo pasaba y veía la luz prendida.
    Claro que lo conocí, joven... venía muy seguido aquí después de estar en la plaza con sus amigos, o luego de un evento bien pagado, que cada vez eran más. Tomaba poco, pero puro tequila de a solo. Un día llegó acompañado con una muchacha, pero ya luego, una tarde que él vino solo, se la agarró tomando de a diario... ya bien borracho se ponía a cantarle a quién sabe quien y cayéndose de briago me compraba dos botellas de a litro y se las llevaba a su casa, para seguírsela ahí hasta Dios sabe qué horas de la noche. Hombre si todos saben que las almas que andan bien despiertas después de la media noche le pertenecen al diablo, pero él era un buen muchacho, mejor presa para el maligno oiga. Yo nunca lo vi, la verdad, porque acabando la noche yo me voy a dormir, pero dicen que de plano no dormía nomás se le iba en puro tomar.
    Sí, yo digo que sí se lo comió el vicio, la gente en el pueblo anda dando de habladas, ya sabe uste' que pueblo chico chisme grande, pero todos conocían al muchacho porque cantaba bien bonito y con mucho sentimiento. Nomás que un día le dio por darle duro al vicio... ¿Que por qué? Pues una muchacha que llegó un día aquí al pueblo, nunca había yo visto mujer más guapa y eso que en mis días no estuve nada mal, mijito... Blanca la condenada como si fuera de papel, la niña... ¡ni gringa, ni extranjera! Criollita como todos los de aquí ¿Que cómo sé? Ay, joven, pues porque sus ojitos no eran ni azules ni verdes... sí eran más claritos, como de caramelo, pero de ahí en fuera bien mestiza.
    Se lo traía bien loco, mi amigo. De por sí el mendigo Palomo era rete enamorado, muchacha que le gustaba, muchacha que ya luego andaba trayendo del brazo bien enamorada la pobre. Pero siempre se aburría de ellas y al mes o a las dos semanas ahí las veías llorando en la plaza solitas en una banca con un ramo de rosas en la mano. Yo digo que ya le tocaba, pero es que sí se pasó la mendiga... o al menos eso digo yo porque había noches en las que lloraba tan amargo el pobre Palomo que, mire, mi amigo: 'por ésta', que el mismo cielo se estremecía al oír su llanto... Y es que él no era de llorar a moco tendido porque era bien hombre, pero cuando uno anda bien enamorado pues como que ya no le funciona muy bien a uno la razón... ella le dijo que la esperara, que volvería en la noche, pero ni máis.
    Cantaba el Palomo acompañado de sus cuatro amigos mariachis, cantaba hacia un balcón de una casa al otro lado de la plaza. La muchacha que se asomaba poseía una piel blanca como la luna y miraba embelesada al mariachi que de su ronco pecho dedicaba una hermosa canción tradicional. La voz de aquel barítono cargaba un sentimiento que volvía chinita la piel de la muchacha y de todo aquel que lo escuchase. Él la vio desde su ventana la tarde en que llegó al pueblo acompañada de su madre viuda y sus hermanos empresarios, todavía estando lejos pudo contemplar su belleza y su corazón dio un vuelco cambiando de lugar dentro de su pecho.
    Jamás conocí al Palomo, al menos no en persona, sólo las habladas que en el pueblo se daban de él a raíz de su lento y tormentoso suicidio... para mí: un hombre deprimido, humillado y adolorido por la decepción amorosa que se encerró en su cuarto para matarse de borracho, de hambre y de insomnio... para el escritor, una paloma entristecida que cantaba desde su jaula un triste y elegante zureo para dar noticia al cielo de su pesar, hasta que su alma pudo al fin huir libre de este mundo de crueldad y de dolor...
    Sí, mijito, el día que lo encontraron, una paloma bien blanca salió volando de la ventana de su cuarto, ésa que da a la calle y se fue a posar justo en el balcón de la casa al otro lado de la plaza. Correcto esa era la casa de la muchacha, y todavía se puede ver como una paloma triste muy de mañana le va a cantar, nomás que esa casita ya esta abandonada, sola, las puertas que dan al balcón se quedaron abiertas de par en par como puede usted ver si pasa por ahí. 
    No lo va a ver, joven, al Palomo. Durante el día no se le ve para nada, solamente en las madrugadas ¿Que por qué? Pues porque a las almas en pena nomás se les puede ver en la noche ¿a que no me cree? se lo juro, esa paloma no es otra cosa más que su alma, va y viene, viene y va nomás para lanzar lamentos. Sí, pus ella le dijo que volvería pero nomás nunca volvió y él viene a esperarla a la desdichada, a ver si regresa...
    Eran las cinco de la mañana y yo llegué a las tres. Me congelaba con el frío de la madrugada y pensaba que la gente del pueblo aquel estaba vuelta loca... era un pueblo todavía bastante alejado de la urbe aunque no se veía empobrecido... 
<<cucurrucucú>>
    Un gorjeo... que provenía del balcón, justo del balcón debajo del cual estaba yo parado, esperando a ver al tan dichoso Palomo... me alejé unos metros para ver mejor y mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo justo en ese momento...
<<cucurrucucú>> 
    Ataviado completamente de un traje de charro color negro, con los bordados de un blanco mármoleo, ancho sombrero, capa larga al cuello con el interior plateado y ocultando su rostro del frío con un paliacate negro igualmente bordado en plata, estaba el palomo sentado sobre la orilla del balcón. Una bella paloma blanca estaba posada suavemente sobre los dedos índice y medio de su mano derecha y su arrullo era tan triste que el llanto colmaba mis ojos y acongojaba mi alma... sentía que me iba a morir de tristeza
<<Cucurrucucú>> 
    - ¡Paloma! ¡Ya no le llores! 
 

Herejía y Fe*

Quisieron hacerme creer que no te merecía; todo el mundo estaba de acuerdo, menos yo.   Quisieron hacerme sentir que no merecía tu cariño y ...