lunes, 28 de abril de 2014

Síndrome de Abstinencia


Un pequeño chasquido, un <<click>> que se distingue perfectamente del resto de los sonidos, después del chasquido un pequeño silbido, esta vez solamente perceptible para quienes se encuentran frente a frente con la cálida flama que surge de la boca rugiente del encendedor.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>>
   Siento un calor en mi barbilla y en mi frente, oyendo crujir el papel al quemarse y viendo salir humo espeso de la punta de aquella cabecilla roja, una calada, un aroma mareante rellena mi boca como si se tratase de un inmenso trago de agua. Sopórtalo un rato. ¿Ya no puedes contener más la respiración? Bien, déjalo ir, a metro y medio de distancia llega la olorosa humareda mientras cierras los ojos y jalas aire si bien no puro y fresco, sí libre de todo lo que acabas de expulsar. Otra calada, no estás teniendo la sensación que tanto esperabas, una más, las nauseas comienzan con una bella montaña rusa.
   <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>>
   Todo inicia en tu cabeza, justo a la altura de la frente, un calor inmenso y terrible que te hace sudar,ese calor comienza a distribuirse por todo el cuerpo, al llegar a tu garganta la dilata y la contrae en el movimiento vomitivo, al llegar al estomago parece estrellarse en lo más bajo del vientre, y al llegar a las extremidades te hace tambalear. Sabes que vas a vomitar, pero no lo dejas, decides tomar el riesgo y arruinar así el resto de la tarde.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>>
   Dejas caer la cabeza hacia atrás, permitiendo que el peso y la gravedad jueguen libremente con esa parte de tu cuerpo. Cierras los ojos y expulsas aire, el mareo es inmenso, si fueras en un automóvil te bajarías inmediatamente. Pero no, están sentado en la banca del parque, la gente que pasa voltea a verte y hay quienes incluso se alejan sin voltearte a ver... Es suficiente (¿de verdad?) dejas caer la colilla y la pisas, dejando que muera ese pequeño placer equívoco debajo de tus pies.
   <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>> 
 Tres semanas sin haber probado uno, tres semanas de soportar con la boca reseca y el pulso tembloroso, mientras el deseo y el impulso de satisfacerlo consumían segundo a segundo cada una de las fibras de tu ser, cada imagen de tus pensamientos y cada resistencia de tu resquebrajada voluntad. Durante ese tiempo perdiste peso y también un poco de tu cordura, pareciera que todos mienten al decirte que es lo mejor. No puede ser lo mejor si te destruye de a tanto.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>>
   Te mata el tenerlo, te mata el dejarlo, es mejor tenerlo lentamente para que te destruya lentamente mientras en ese falso placer te refugias, o es mejor dejarlo del todo para que de ese lento suplicio surja de nuevo la luz y la tranquilidad. Pero intentar dejarlo para fracasar en el intento y cometer el terrible error de retomarlo genera una muerte, poco placentera que te hace odiar la negación y te hacer odiar el sucumbir al placer, no es un punto medio estable, sino una bifurcación que genera una confusión y dolor extremos.
    <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>>
   Tomándola de la mano, mientras ella volteaba a verme sorprendida y se sorprendía todavía un poco más al robarle yo un beso en la mejilla, esa mejilla suave, tersa y blanca, que se hundía lentamente bajo la presión provocada por mis labios. Un pequeño chasquido, un <<click>> que se distingue perfectamente del resto de los sonidos, después del chasquido un pequeño silencio solamente perceptible para quienes se encuentran frente a frente con la cálida flama que surge de la boca de quienes deciden juntar sus flamas para disfrutar de aquél perenne placer.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>>
   Siento un calor en mi barbilla y en mi frente, oyendo en sonido de los labios al unirse y percibiendo el dulce perfume que brota del corazón de ella, una  inhalación profunda, un aroma deleitante seduce mis sentidos como si se tratase de un dulce veneno. Sopórtalo un rato. ¿Ya no puedes contener más la respiración? Bien, me aparto lentamente de ella y la tomo de las manos, ella estira sus brazos hacia enfrente sin soltarme de la mano y sin dejarme de mirarme a los ojos, a metro y medio de distancia llega la deliciosa fragancia de su piel, mientras cierro los ojos y jalo aire puro y fresco pero libre de aquel delicioso aroma a ella. Otra inhalación profunda, no estás percibiendo el aroma que tanto esperabas, una vez más y te das cuenta de que es otro día, después de aquél otro. Tus manos no sostienen las de nadie, nadie te mira a los ojos y mueres un poco.
    <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>>
   Todo inicia en tu cabeza, justo a la altura de la frente, un frío inmenso y terrible que te hace temblar,ese frío que se comienza a distribuir por todo el cuerpo, al llegar a tu garganta la dilata y la contrae apretando un poderoso nudo, al llegar al estomago parece estrellarse en lo más bajo del vientre, y al llegar a las extremidades te hace tambalear. Sabes que vas a llorar, pero no lo dejas, decides tomar el riesgo de recordarle de nuevo y arruinar así el resto de la tarde.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>>
   Tres semanas sin haber sabido de ella, tres semanas de soportar con el corazón reseca y conciencia intranquila, mientras el deseo y el impulso de satisfacerlo consumían segundo a segundo cada una de las fibras de tu ser, cada imagen de tus pensamientos y cada resistencia de tu resquebrajada voluntad. Durante ese tiempo perdiste peso y también un poco de tu cordura, pareciera que todos mienten al decirte que es lo mejor. No puede ser lo mejor si te destruye de a tanto.
    <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>>
   Te mata el tenerla, te mata el dejarla... es mejor tenerla lentamente para que te destruya lentamente mientras en ese falso placer te refugias, o es mejor dejarla en el olvido del todo para que de ese lento suplicio surja de nuevo la luz y la tranquilidad. Pero intentar dejarla para fracasar en el intento y cometer el terrible error de recordarla genera una muerte poco placentera que te hace odiar la negación y te hacer odiar el sucumbir al placer, no es un punto medio estable, sino una bifurcación que genera una confusión y dolor extremos.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré>> 
   Tomándolo entre los dedos, recordando como ella volteaba a verme sorprendida y se sorprendía todavía un poco más al robarle yo un beso en la mejilla, esa mejilla suave, tersa y blanca, que se hundía lentamente bajo la presión provocada por mis labios, la misma presión que aplasta colilla y hace venir el humo hacia mi gargante. Un pequeño chasquido, un <<click>> que se distingue perfectamente del resto de los sonidos, después del chasquido un pequeño silencio solamente perceptible para quienes se encuentran frente a frente con la cálida flama que surge de la boca de quienes deciden juntar sus flamas para disfrutar de aquél perenne placer.
    <<Me tienes pensando en ti sufriendo; ven, dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir para librarme de ti.>>
   Al final... todo termina matandome de a poco, mientras yo intento hacer que muerda debajo de mis pies, al pisarlo y destrozarlo, puedo terminarlo por el momento, pero siempre después de que me haya hecho su lento daño.
   <<Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y, con gusto, moriré. Me tienes pensando en ti y sufriendo; ven dame tu veneno, inyéctalo en mi piel y déjame morir, para librarme de ti.>>

Herejía y Fe*

Quisieron hacerme creer que no te merecía; todo el mundo estaba de acuerdo, menos yo.   Quisieron hacerme sentir que no merecía tu cariño y ...