sábado, 9 de agosto de 2014

La Rosa Blanca

El presente texto es una especie de Spin-Off de mi anterior cuento "Mi Rosa Negra" (publicado en este mismo blog) en este caso no tenemos a ningún escritor en un desierto, sino a un joven en un frío invierno. Espero que disfruten de este texto. 



Esta fue la última nevada del año, se despierta un nuevo día en el jardín, con la ayuda de un sol cálido y radiante. La nieve, que lentamente se derrite, forma frágiles gotas de rocío que refrescan el pasto y lanzan destellos desde los pequeños diamantes que se incrustaron en los aterciopelados y coloridos pétalos de las flores que nacen junto con el tibio amanecer. Esta fue la última nevada del año, dime ¿Por qué estoy sintiendo que te extraño?
   Quiero contemplar el derretido paisaje, que espera afuera para mostrar todo su esplendor y belleza que poco a poco convierte el frío en calor, un calor bastante diferente al calor que habita dentro de mi solitario hogar que, al incrementarse con mis suspiros, empañó todas las ventanas, así que limpio el cristal de una usando mi mano y obtengo una vista borrosa hacia el exterior. Me parece ver unas huellas confusas que quedaron impresas en la nieve que aún no se ha derretido… me parece ver que esas huellas vienen directamente hacia mi corazón.
   Esas confusas huellas parecen venir de la pequeña colina cerca de mi casa, la ventana poco a poco comienza a despejarse y me permite tener una imagen más nítida del paisaje que se derrite más y más. Por fin alcanzo a percibir que, en la cima de esa pequeña colina, ha florecido un botón, que busca un lugar donde esté la primavera. Casi parece que alguien hubiera sembrado ahí ese botón, para después plasmar profundamente sus huellas, huyendo de la colina, huyendo de la primavera cuya llegada ha destruido no sólo el paisaje, cambiándolo por uno diferente, sino también lo ha hecho con mi destino, que se encontraba unido al de ella, a quien le deseo que sea feliz, y que su recuerdo se pierda en mi memoria, así como las olas se desvaneces en la oscuridad del océano nocturno.
   Estoy sonriéndole a ese botón, a esa flor que todavía no nace, pero no importa que también me pueda ver reír, ya que mis lágrimas nunca dejarán de caer, no mientras siga teniendo presente en mi mente el final de aquello que se volvió un simple y frío recuerdo que, ahora, fluye en forma de lágrimas como el paisaje que frente a mí se derrite. Sin embargo, ahora el recuerdo permanece frío, congelado… una fría ventana de la estación del tren, donde, sin quebrase, refleja mi rostro y solamente mi rostro, ya no el de aquella persona que me acompañaba, en esa ventana de la fría estación del tren, sin quebrarse, permanece reflejada mi soledad.
   La luz del amanecer, que ha tocado, a la flor y al jardín, comienza a caer sobre mi casa, si esa luz hace que la nieve se derrita, podría también derretir el recuerdo que permanece congelado dentro de mi mente, así que quiero que el invierno termine de una vez.
   El botón se abre, la imagen me saca de mis tristes pensamientos, la flor deja al descubierto sus blancos pétalos revelando que se trata de una rosa… una rosa blanca que desde su lugar en la colina me mira y me sonríe. En cuanto la veo quedo impactado, mirándola arriba de su improvisado escenario mostrando lo bella que es, quisiera poder estar lo suficientemente cerca para poder acariciar sus suaves pétalos.
   No puedo esperar la llegada de la primavera, la poca nieve del camino comienza a correr, por lo que las huellas plasmadas en ella parecen ir avanzando hacia mí conforme se van derritiendo, una vez que se derriten todas, la llegada de la primavera se detiene, antes de tocarme. Ahora creo que jamás podré descongelar de mi corazón el sentimiento que se quedó grabado en él.
   La bella rosa blanca se ha quedado ahí, mirándome, no quiere acercarse a un corazón así, como el mío, pero tiene toda la razón: su razón no podrá crecer jamás en un corazón congelado por el dolor, pues no importa que también me pueda ver reír, ya que mis lágrimas nunca dejarán de caer, no mientras siga teniendo presente en mi mente el final de aquello que se volvió un simple y frío recuerdo, que ahora, fluye en forma de lágrimas como el paisaje que frente a mí se derrite.
   Algún día llegará mi primavera, será tarde entonces para salir corriendo en busca de la rosa blanca, me resigno tristemente a la suerte que me tocó, al final, la primavera traerá consigo una nueva flor.

   Es la última nevada del año, dime ¿Por qué estoy sintiendo que te extraño?

Es la última nevada de este año,
dime ¿Por qué estoy sintiendo que te extraño?

Quiero contemplar el derretido paisaje,
limpio la empañada ventana
las confusas huellas que se hicieron en la nieve
parecen ir hacia mi corazón.

Florece el botón en la cima de la pequeña colina,
buscando un lugar donde esté, la primavera,
su llegada el destino cambió y que ella sea feliz le deseo yo,
y que fluya, como el nocturno océano.

No me importa que sonreír me puedas ver
mis lágrimas nunca dejarán de caer,
el final de lo que un reflejo se volvió
fluye como el paisaje que se derritió.

En la fría, ventana de la estación del tren
sin quebrase, refleja mi soledad.
Miro la luz del amanecer, sobre mi casa caer
y quiero que el invierno se acabe.

No me importa que sonreír me puedas ver
mis lágrimas nunca dejarán de caer,
el final de lo que un reflejo se volvió
fluye como el paisaje que se derritió.

Es la última nevada de este año
con colores el paisaje se ha transformado
es la última nevada de este año
dime ¿Por qué estoy sintiendo que te extraño?

Puedes leer el cuento: "Mi Rosa Negra



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