17-06-24
Al final de muchas mañanas logramos levantarnos. Al principio de muchos días fuimos incapaces de salir de la cama.
Hoy no quiero salir adelante; hoy no tengo ganas de luchar, de esforzarme ni de ganar; no tengo ganas de salir adelante. Quiero quedarme exactamente como estoy, recostarme lo más cómodamente posible y quedarme dormido. Dormido para no sentir nada, no pensar en nada, no sentirme asediado por el hambre o la sed, no preocuparme por nada ni por nadie.
Dormir y sin darle una mayor importancia a la sucesión de eventos que ocurren en nuestra mente víctima de un juego de luz mental que interpretamos a manera de sueños, una errática secuencia de situaciones sin correlación alguna. Sin pasado ni futuro para creer o temer. Para no trabaja, para no cansarme, no sudar, ni sobre esforzarme ni nada.
¿Será acaso esto parecido a querer estar muerto? A mí no me lo parece, llevamos la muerte dentro de nosotros todos los días y todos los días libramos una batalla contra la muerte: accidentes, enfermedades, atentados y desastres naturales. Y no por conseguir sobrevivir hemos ganado: cada día que vivimos es un día más que morimos. Porque vivir mata.
Así que no. No deseo la muerte, porque ésta llegará en su momento, ni antes, ni después, ya sea que la anhele o no.
17-06-24
A través de los diferentes momentos de un proceso doloroso llegamos a obtener la convicción sobre varios tópicos de incertidumbre natural. Como lo suele ser el caso de la muerte.
18-06-24
La gente por alguna razón tiene miedo a la muerte, le guardan una especie de odio, una suerte de respeto nacido del temor, del miedo. Como si la propia muerte fuese algo de lo cual estar cuidándose durante toda la vida.
Se vuelve necesario aprender acerca de la naturaleza, de la misma muerte, pues lo contundente de la respuesta radica en su propia sencillez: la naturaleza propia de la muerte es la vida. Nos morimos en primer lugar gracias a que estamos vivos y es por esta misma razón que experimentamos las diferentes sensaciones perteneciente a la muerte: soledad, dolor, miedo, tristeza. Esta vida de principio a fin no es más que una antesala para la muerte.
Afortunadamente la muerte dura toda la eternidad - o marca una clara pauta en ella - así que no importa realmente si no estás preparado o debidamente mentalizado. La muerte vendrá a por ti y llegará en tiempo y forma, como los dieciocho años, como el pelo en los genitales. Igual de afortunado es saber que nunca sucederá ni antes, ni después, ni temprano, ni tarde. Siempre morirás cuando te toque, a la hora fijada, siendo uno de los aspectos más difíciles de asimilar.
Más complicado aún es asimilar el procedimiento que lleva la muerte. A veces toma la forma de una despedida forzada, otras veces ni siquiera nos permite despedirnos, en ocasiones puede llegar de manera violenta, lenta o dolorosa.
La muerte es el evento definitivo para el que hemos venido a este mundo, un abominable evento natural e ineludible. Como todo fenomeno de la naturaleza, se trata de algo impredecible, incalculable, incontrolable.
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