en las semanas que se cumplen
ella viene a mí.
Permanece un momento imperceptible
para alimentarnos de nosotros,
para saciarnos un poco,
para quedarnos con más ganas,
para extrañarnos un poco menos.
Cuando se va:
la cama ha quedado tendida,
el cuarto barrido,
la ropa doblada y guardada
el desorden acomodado en su lugar
y, mi cada vez más herido corazón
saneado y curado otro poquito.
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