Mis ganas de escribir no se permiten morir
se retuercen dentro de mis entrañas
como un pedo,
una mierda de tamaño abominable,
una carga líquida y pesada de diarrea
necesitan salir de mi cuerpo
como un grito de dolor
un golpe de desesperación
una lágrima de tristeza
necesito escribir
describir el horror
dar forma a la belleza en un fracasado pero digno esfuerzo por compartirla con un prójimo que nunca entiende
la voz que clama en el desierto
al lugar ideal para ir a gritar cuando se ha callado demasiado
no solamente guardar silencio
callar
tragarte lo que tienes que decir.
Un niño. Sus padres nunca le dejan hablar, no le permiten que opine y cuando lo hacen critican, se mofan o no cumplen con lo pedido. Esos mismos padres imbéciles regañarán al muchacho cuando pierda sus útiles escolares porque en sus narices un compañero se los agarró y no se los devolvió.
"Habla, no te quedes callado". Le dicen luego de regañarle y amedrentarle.
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