lunes, 27 de noviembre de 2023

Herejía y Fe*

Quisieron hacerme creer
que no te merecía; todo el mundo estaba
de acuerdo, menos yo.
 
Quisieron hacerme sentir
que no merecía tu cariño y todo el mundo
así lo sentía, menos yo.
 
Querían hacerme ver 
que no me importabas; todo el mundo parece
haberte olvidado,
menos yo.
 
 
*Títulado pero no escrito el día lunes 27 de noviembre del 2023
 

 

Ausencia

Tu ausencia está hecha
del mismo material que los recuerdos
tu ausencia es el vacío del presente,
es el llanto en la mañana
y el letargo intermitente 
es la sonrisa que se borra
son las fuerzas que se van
y la incertidumbre que crece
 
Despierto gritando por la noche
olvidando que no tengo voz
porque no tengo memoria
fue robada por tu fugaz recuerdo
convertido en etéreos momentos
que sobrepasan el limite
de todo lo entendible, lo tolerable.
 
Tu ausencia está hecha
del mismo material que el llanto
que se derrama contra una almohada
por las noches
que se ahoga en mi pecho
día con día,
que calla perpetuamente
 
Me despierto por la noche
gritando por amorfas pesadillas 
mis sueños son nubes 
sopladas por el viento
que se tiñe de colores
los que alguna vez te pertenecieron
y ya no están, para pesar de mi alma.
 
Tu ausencia es la condena
grabada en mi frente
insomnio y soledad
muerte silenciosa.
 
Tocándome el pecho me doy cuenta
tampoco tengo corazón
es tu nombre que nunca pronuncio
lágrima que no derramo
dolor que no se alivia
enfermedad sin cura.
 
 

martes, 7 de noviembre de 2023

Remembranza

Nos habían enviado al fraccionamiento de la trinidad en el municipio de Zumpango.
    Nuestra tarea era relativamente sencilla: tocábamos a las puertas de las casas y preguntábamos si las personas que ahí residían poseían sus sacramentos.
    Conforme nos íbamos acercando a las fronteras del fraccionamiento, las casas iban deshabitándose  y saqueándose, llenándose de drogadictos.
    De repente, una de aquellas desoladas cerradas se presentó ante nosotros debidamente resguardada por una reja ciclónica a modo de valla perimetral, así como un enorme y pesado portón de acero forjado.
    Gritamos, tocamos, nadie nos abrió. Mi acompañante no se percató de que varias personas se asomaron de manera furtiva y volvieron a ocultarse con despotismo.
    Estaba insistiendo a mi acompañante que nos retirásemos de ahí. Por alguna razón los adultos solían ignorarme a esa edad, siempre con fatídicas consecuencias. Aquella no fue la excepción.
     Una mujer entre las casas del fondo se asomó tratando de que no la viéramos, pero lo hicimos, la mujer trató de desentenderse regresando a su hogar, sólo para salir corriendo a abrirnos unos instantes después completamente avergonzada.
    La atractiva señora corría grácilmente hacia la puerta de entrada, notó cuando casi llegaba a nosotros que sus senos brincaban de aquí para allá y que yo no podía dejar de mirarlos. Abrió desesperadamente el portón, lo cerró de igual forma y casi sin hacer ruido. Nos rebasó para guiarnos hacia su casa. Miré su trasero, sus nalgas eran grandes y redondas. Rebotaban sueltas sin ropa interior dentro de la delgada tela del pantalón de su pijama. Volteó y me atrapó...
    En cuanto llegamos a la entrada de su casa le aplicamos la encuesta y se sinceró con nosotros.
    Ella trabajaba en Vallejo, por fin pudo sacar su casa con el apoyo de un crédido por parte de INFONAVIT, fue enviada a aquella casa en medio de la nada. Como los vagabundos de alrededor se enteraron, comenzaron a habitar las demás casas, hasta poblar la cerrada. Eran adoradores de la muerte.
    Se enteraron de las creencias guadalupanas de la señora, la sacaron de su casa, la desnudaron y la golpearon enfrente de sus hijos, a quienes le hicieron lo mismo.
    Le di una estampa con la imagen de la virgen, le dije que rezara y que yo rezaría por ella.
    Salimos de ahí y me olvidé para siempre de ella, han pasado más de doce años.
 

 

martes, 24 de octubre de 2023

Antes de que nos Olviden II - Cómo Conocí a tu Padre

Tu padre murió en un día ordinario, aunque ese día, seguramente no sería nada ordinario para ti, que fuiste mártir de su muerte. Te atreviste a contármelo en una de nuestras charlas solitarias en las que nos fuimos conociendo, antes de olvidar tu inquebrantable orgullo para llorar por él. Me dolió tanto tu dolor que sólo recordarlo sobrecoge mi alma y me dan ganas de acompañarte a llorar.
   Recuerdo lo ordinario del día porque yo seguramente fui y volví de la escuela sin problema alguno, ni preocupación que me embargara, al menos no en esos años de juventud e infancia, como los que suelen mancharse del infinito pecado de la realidad. Esos días soleados con algunas cuantas nubes oscureciendo brevemente el precioso azul del cielo. Tu discurso fue largo. Pero tú solamente querías una cosa: “abrázame”. Vaya frase tan pequeña y tan infinita al mismo tiempo. “Abrázame” es una petición sin atender, una despedida sin reencuentro, un adiós contundente y sin alternativa. La pequeña frase resumía la larga espera de una agonía a cuentagotas y el adiós absoluto. La dijiste para olvidarte del mundo y concentrarte en tu dolor, en tu trastorno e impotencia. Algo, más allá del padre, dejó de ser. Un pedazo grande de tu origen fue arrebatado, y ahora toca agarrarse de lo que sea para no caer en la misma nada en que nos deja la muerte, para no morirnos con el que se fue… para no seguir muriendo.
    Jamás conocí a tu padre aunque siento que de algún modo le conocí. Era de estatura media y de complexión robusta, según recuerdo que me dijiste un día, aunque la enfermedad ya le empezaba a robar fuerzas. Sin embargo, no hubo mal capaz de esfumar el inmenso que tenía hacía su princesa.
    Su figura me llegó por una foto de medio cuerpo. Era moreno y, en efecto, robusto. Sus cejas ennegrecidas contrastaban con su cabello encanecido que embellecían de manera gallarda su rostro severo pero de mirada adusta, que se me hizo más cercano a la agresividad que a la paz, cuando en tus relatos sobre su vida era sin duda más cercano al amor, que a cualquier otra cosa.
    Lo amabas como él a ti, ángel del cielo, princesita. Así te llamaba desde que te vio llegar a casa con esa luz que está eternamente pegada a tu cuerpo y a tu alma, y que a mí me tocó descubrir, por un indescifrable designio del destino, cuando apenas comenzabas a convertirte en una mujer, esposa y ahora madre. Tu padre vio en la niña la luz que a mí me tocaba ver transformarse en mujer.
   Me duele pensar en tu dolor durante esas largas noches de desasosiego en las que tu padre te hizo falta por vez primera, a tan pocos años de tenerle y que tanto aumentaban la nostalgia de tu alma y de tu corazoncito. Cada amanecer, las postreras palabras que exhalaron su aliento resonaban en tu memoria. Como se le fue la voz como si fuese arrebatada por el aire que por la ventana entraba, cuando las fuerzas de su grandeza empezaron a regalarle espacio a la muerte.
   Me parece verte, sumida en la desolación, con tus ojos atrapados en los ojos de tu padre. De ese día de agonía me hablabas por internet: de un amor intacto de bastantes años, que tu padre sellaba con frases que sonaban a versos de amor. La ciencia médica se había declarado impedida para extender la vida, y la muerte atacaba sin misericordia. Tú, pegada a la cama todo ese rato y queriendo permanecer ahí, de ser posible, hasta que tu padre llegara para llevarte con él, vigilabas el sueño de tu padre, su último sobresalto, sus angustias finales, sus adioses y disculpas por la manera en que vivió y la forma en que murió… y sus despedidas cuando la muerte lo dejaba razonar de nuevo, hasta que llegó el último adiós sin despertar.
 

 
 

jueves, 7 de septiembre de 2023

La Dama en el Lago

A una foto de él se aferró
y el misterio le envolvió
a su vez el sol se ocultó
cual eco agonizando.
 
¿Vive un corazón sin hogar? 
sin alguien a quien amar.
Las aguas diario bañarán
sus memorias lavarán. 
 
¿Qué es más bello que la sangre
maquillándole la piel? 
El vestido que usaste
manchado quedó también 
 
el fin de un triste cuento
es lo profundo de un pozo,
luz de vida en sus ojos
la noche no extinguió.
 
Un fantasma se aparece
quebrado por el dolor
de querer decir adiós
como en un juego de luz mental
se queda de pie, se pone a llorar.
 
Canta así, consolándome
que a donde voy sólo hay dolor
la muerte, mi amor, me llevó antes de tiempo
 
canta así, duerme mi niño.
Nunca podré, olvidarte
con voz cantante en las noches te arrullaré
 
Canta así. 
 

 

Herejía y Fe*

Quisieron hacerme creer que no te merecía; todo el mundo estaba de acuerdo, menos yo.   Quisieron hacerme sentir que no merecía tu cariño y ...