miércoles, 1 de octubre de 2025

Una Pesadilla

Era una tarde de domingo. Tranquila, serena. Demasiado callada como solían ser las tardes de Barrón a inicios de los años dos mil. A partir de las cuatro de la tarde, el cielo se teñía de bellos tonos rosas, pero aquella tarde cobraban un color casi rojizo.
    Yo tenía cinco años. Buscaba a mis hermanos: mi hermano gemelo y mi hermano mayor, por toda la casa. El silencio de la tarde me ponía ansioso y quería distraerme con ellos del tedio propio de la tarde dominical.
    La voz de mi madre habló desde los cuartos de arriba, me dijo que andaban en el parque. Nunca íbamos solos, el mayor lo era por apenas cuatro años más, pero creyendo en la voz de mi madre, salí decido a alcanzarlos allá. Tomé un suéter y le grite a mi mamá: "Ahorita vengo. Voy al parque con mis hermanos".
    La tarde era ahora de un color rojizo que tenía todo el ambiente en una bruma roja, otorgando a la soledad del paisaje un aspecto liminal.
    Antes de tomar el último tramo, era necesario cruzar un puente, en aquella época el mismo carecía de barandal. Atravesarlo nunca me dio miedo, pero nunca lo había cruzado solo.
    Me detuve un momento para armarme de valor, mirando fijamente al otro lado. Me quedé ahí quieto, callado, pensando, no me atrevía. El  río que corría debajo sonaba como si el agua estuviera hirviendo, nunca lo había escuchado así. 
    Sobresaliendo por encima del bullicio del agua y detrás de mí, la voz de mi madre me asaltó repentinamente diciéndome:
— ¡Mariano! ¡Regrésate, que tus hermanos te andan buscando!
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una Pesadilla

Era una tarde de domingo. Tranquila, serena. Demasiado callada como solían ser las tardes de Barrón a inicios de los años dos mil. A partir ...